En el mundo de las empresas familiares, los directorios no son simples órganos de gobierno. Son el punto de encuentro entre generaciones, valores, emociones y estrategias. Un espacio donde se juega la continuidad de la empresa, pero también la cohesión de la familia.
“Un directorio no es un cuerpo frío, es un cuerpo que interactúa con seres humanos; no
basta habilitar la estrategia, sino también gestionar emociones y relaciones.”
– Wiston Uzcátegui, consultor de empresas familiares y experto en sucesión empresarial.
La fórmula de valor: C + C + C= C
Un directorio que verdaderamente genera valor debe tener claridad de propósito y disciplina en la acción, apoyado por tres principios que resultan indispensables:
- Control, para supervisar con objetividad los acuerdos.
- Coordinación, para alinear recursos y voluntades.
- Comunicación, para mantener transparencia y realismo.
De esas tres C’s surge una cuarta, la más decisiva: la Confianza. Sin confianza, los acuerdos se convierten en papel mojado. Con confianza, incluso las decisiones más difíciles encuentran camino.

El epicentro de todo directorio: la cocreación de la estrategia
El rol del directorio no es simbólico. Su función esencial es apoyar la construcción de estrategia junto con el equipo ejecutivo. Eso significa entender las expectativas de los accionistas, anticipar escenarios futuros y garantizar que las decisiones se implementen en los órganos adecuados.
Cuando el directorio pierde rumbo
Entre los síntomas más comunes que evidenciará una junta directiva disfuncional están:
- La confusión entre el rol de director con el de gerente o asesor.
- La permisividad excesiva: que el dueño haga lo que quiere.
- Las decisiones que se basan en lazos afectivos en lugar de criterios estratégicos.
- La pérdida del control de acuerdos y olvido de la visión de largo plazo.
Bajo estas afecciones, el directorio deja de crear valor, pierde su funcionalidad y razón de ser, hasta convertirse en una amenaza crónica que debilita a la empresa.
Más allá de la rentabilidad
La misión de un directorio que crea valor en una empresa familiar va mucho más allá del crecimiento y la rentabilidad. Se trata de:
- Preservar los valores fundacionales.
- Crear impacto social además de económico.
- Fortalecer la cohesión familiar.
- Construir la reputación de la familia empresaria
- Asegurar la continuidad generacional.
En pocas palabras, un directorio debe avocarse a honrar un legado y proyectarlo hacia el futuro.

Reflexión final
Un directorio es mucho más que una mesa de decisiones: es un espacio vivo donde se encuentran visiones, intereses y, sobre todo, personas. Allí conviven la estrategia con las emociones, las diferencias con los acuerdos, y el análisis con la intuición. La verdadera fortaleza de un directorio radica en su capacidad de gobernar con equilibrio: usando la razón para asegurar la rentabilidad, pero también el corazón para preservar el propósito, sostener la confianza y proyectar un legado que trascienda generaciones.
¿Por qué es importante contar con expertos en la configuración de órganos de Gobierno?
Porque un directorio, por sólido que parezca, solo alcanza su verdadero potencial si está bien estructurado y guiado. Un consultor experto aporta claridad en roles, reglas y dinámicas de gobernanza, facilita la armonía entre familia y empresa, y asegura que las decisiones se tomen con objetividad, disciplina, confianza y visión estratégica. Su acompañamiento transforma un directorio en un órgano vivo y funcional, capaz de generar valor, preservar el legado y proyectar la empresa hacia el futuro.
En Valor Humano Latam hemos llevado directorios de lo simbólico a estratégico, integrando consejeros independientes y alineando emociones con estrategia para impulsar crecimiento y continuidad generacional.
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